lunes, 7 de enero de 2013

Never hug.

La urgencia de enamorarse es un impulso biológico, así como el hambre, la sed, el sueño y el sexo.
Lo siento. Sigo sin querer enamorarme.
Sigo sin querer decir te quiero ante unos labios que no sean los tuyos. Me resisto a dormirme con otro olor distinto al de tu aliento en mi cuello. Me niego a abandonarme en otros brazos, ninguno sabe abrazarme como tú lo hacías.
O quizás sea porque tampoco he dejado a nadie que lo haga.
Caminar por la calle y observar a enamorados abrazándose furtivamente por las esquinas, besándose en los semáforos, declaraciones de amor eternas juradas en abandonados bancos del parque. Maldita sea.
Aparto la vista, casi muerta de asco, de añoranza, o quizás esto se llama soledad.
Podríamos ser nosotros.
Pero no lo somos. Ya ni siquiera somos nosotros. Ahora somos tú y yo, cada uno en su lado del colchón como dos extraños que hablan sin decirse nada.

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