jueves, 20 de febrero de 2014

Inspiración.

Ella.
La musa que todo poeta desearía.
Inocente sumisa
de felino carácter.
La que teme al tiempo,
y por ello pinta en su muñeca un reloj,
para fingir que así no pasa.
La que te ve sufrir y
sufre contigo antes de regalarte sus manos.
Oh, sus manos.
Las mismas con las que la escriben.

Ella.
Que prefiere masturbarse antes que compartirse contigo.
Puta egoísta.
La que ama a los mundos porque
ven el tiempo y no lo cuentan.
Como ella.
La mentira más increíble que te puedan contar.
Y aún así, te desvives por creerla.

Ella.
Hoja de cuchillo biselada,
capaz de abrir la selva con su lengua,
o tu pecho con una mirada.
La que encuentra en sí misma un
sujeto y un predicado,
un efecto y una causa.

Ella.
Musa caprichosa de insolente mirada.
Libre, inocente, pasional, alocada.
La que con ella trae todo,
y al irse te deja sin nada.
La que conoce la respuesta
cuando tú aún no sabes la pregunta.
La que te enciende y te busca,
y al buscarla te esquiva.


Y aún así, pese a todo, inspira.

2 comentarios:

  1. Las musas díficiles y huidizas son siempre las que más se persiguen y retratan.

    Salud y abrazos.

    ResponderEliminar
  2. Precioso, nunca me había pasado por tu blog pero echaré una mirada porque este poema me ha encantado. Las musas son así, no tienen porqué ser perfectas pero nos lo parecen, con todas sus contradiciones y bua, me gusta lo que has descrito. Te leeré más a menudo.

    ermaioni.blogspot.com.es

    ResponderEliminar