miércoles, 12 de septiembre de 2012

8.32

Y aquí están de nuevo los primeros vestigios del otoño. Las primeras noches frías sin tu piel cerca para poder esconderme en ella, las primeras hojas que pierden el color verde desteñido de tu mirada transformándose en el tiempo oxidado que atranca los engranajes del mecanismo de tu boca sobre la mía. Pero te quiero. Primavera, verano, otoño e invierno.
Y te quiero. Sí, te quiero.
Te quiero cuando me pones las cosas díficiles y enfrías los últimos días del verano pero prometes un otoño más cálido, te quiero cuando buscas caricias de mi boca, huérfana insaciablemente sedienta de la tuya, que aunque dispuesta a saciar mi sed, sólo provoca aún más anhelo de tu respirar, haciendo que tu nombre surja como la poesía que nunca fui capaz de escribirte en formato susurro automático. Te quiero aquí con la sabiduría que infunden tus manos pegadas a mi cuerpo, estudiando cada curva, cada pliegue como la pluma de la última golondrina que nos vió despedir la primavera abrazados en tu sofá recordándonos que el calor podía llegar incluso sin la necesidad del verano.

domingo, 2 de septiembre de 2012

Elige destino.

A perdernos en la selva de tu mirada, a nadar en el mar de nuestras ganas, a lanzarnos libres al abismo de nuestras bocas o a correr por las mil llanuras de las palmas de nuestras manos. 
Vámonos, a cualquier parte. Elige el destino y abrázame fuerte.
No necesitamos nada esta noche, vayamos a donde vayamos la única moneda de cambio que se acepta son besos y roces de tu piel contra la mía, sin fronteras ni aduanas capaces de frenar mis ilegales ansías de tenerte aún más cerca, aquí no esiste la distancia ni tampoco el tiempo, que se detiene si cerramos las persianas y el sol se esconde allí fuera dejando que sea nuestro, eterno, inmoral, y perfecto.