miércoles, 30 de mayo de 2012

¿Qué quieres hacer?

Tres palabras que guardan mil susurros y adivinan las intenciones. Haré como que sé que no lo sabes, esta vez prometo no callar, o no por lo menos del todo.
Contigo.
Vivir sin más tiempo que el que paso a tu lado.
Volar sin más cielo que la palma de tus manos.
Encerrarme en la presa de tus brazos.
Lanzarme al vacío de tus labios.
Borrar los espacios.
Despedir al miedo.
Cantar sin lluvia.
Desnudar tu mente.
Adivinar cada amanecer en tus pupilas.
Estar al límite sin límites.
Ser pequeños.
Vivir en otro planeta.
Gritártelo y que me lo grites.
Ser lo que necesites que sea, siempre.
Por ti.





viernes, 18 de mayo de 2012

Y caí en un sueño del que me costó despertar.


Al borde del acantilado. De espaldas. Preparada para el salto. Vestida únicamente de cicatrices y arañazos que hablaban por sí solos, con el pelo ahogado entre el viento, los ojos de una tarde de lluvia y los labios pintados de mil palabras de perdón que nunca tuvieron
sentido.
Llegó avanzando con paso lento y sinuoso, desde lejos, desde muy lejos, pero no puedo negar que lo vi desde el primer momento.
 El ángel más bonito del cielo, y puede que del infierno también. Apartó un mechón de pelo de mi oreja, y como si de una fuente de miel se tratara las palabras brotaron de sus labios a mis oídos, dulces, efímeras y mudas para el resto del mundo, excepto para mí.
Tras llenar un minuto de él, se clavaron en mí sus dos ojos berilos llenos de sol, se desplegaron sus alas, y se marchó. Y no quedamos más que yo, el precipicio y un deseo.


Desplegó sus alas y se marchó. Pero quedó el deseo.

El deseo de que me hubiera gustado poder ser Natura para dominar el aire que se cuela en febrero por el cuello de su camisa y eriza su vello de forma instantánea,  Conformarme con ser las gotas que chocan contra su piel una mañana de abril y bañan su cuerpo de mil discretos abrazos, o resignarme a convertirme en los últimos destellos de agosto que cubren de calor su superficie sin llegar a quemar, sin llegar a doler. Pero no, aún estamos en primavera, y abril me ha dejado unas flores abiertas regadas de besos de mayo.
 Todas para él.

viernes, 4 de mayo de 2012

Vísteme despacio, que hoy tengo prisa.


Anoche me desnudaste. Fuiste el primero en hacerlo.
La ropa me resbaló por tu curiosidad y fue a parar al suelo de mi resistencia.
Vísteme despacio...que hoy me tengo que marchar y no quiero hacerlo. Vísteme despacio mientras sale el sol que despierta, ya no solo a nosotros, sino también a nuestros deseos, y se disfraza de noche para regarlos de plata, mientras les damos calor, y los dejamos florecer de nuevo, esta es nuestra eterna primavera personal.
Mañana vuelve a vestirme despacio, tanto como si me desnudaras por primera vez, a oscuras, dejando al descubierto el deseo contenido que viste mi cuerpo con tus manos, cierra mis botones con tus labios y desliza mis cremalleras con tu roce...
Nunca dejes de vestirme así, porque la única prisa que yo tengo, es para que me vuelvas a (des)vestir.