lunes, 29 de septiembre de 2014

Coffee lover.


El buen café es como el amor.
El buen café es el que te cuesta moler,
el que te reconstruye por las mañanas,
el que te cura después de una noche de lágrimas de garrafón.
El buen café es el que invade la casa
y la vacía de vacío
con su aroma intenso.
El buen café se sirve en taza o en vaso, en dosis grandes o pequeñas,
a la temperatura ideal intermedia,
porque el café frío no es café,
el café frío es vacío,
y el café demasiado caliente
termina por quemarnos la lengua y dejar cicatriz.
El buen café se toma con azúcar, porque lo que no mata engorda y la amar(gura) es tolerable edulcorada.
El buen café, como el amor, sabe mejor recién hecho y en compañía.
Odio esa gente solitaria que bebe café recalentado un domingo por la tarde. Odio el amor recalentado.
El buen café te abre los ojos y te hace drogodependiente de la cafeína que te acelera el corazón.
El buen café, como el amor,también se acaba y deja siempre la sensación de querer más a pesar del último trago amargo en el que solo quedan los posos de lo que fue.

Por eso, cariño,
si se nos acaba el café,
o el amor,
si nos quedamos con las ganas,
si te apetece repetir,
quedarte a ver amanecer,
lo volvemos a hacer.

viernes, 19 de septiembre de 2014

Caricias en blanco y negro.

Cógeme con la naturalidad
 con la que coges aire al respirar
 y la intensidad que pones
 en la última embestida.

 Seamos la sexta sinfonía de Beethoven,
 la segunda tragedia de Shakespeare,
 el perfecto desnudo de David,
 el misterio de la Mona Lisa.

Y tócame,
Tócame con la maestría del pincel de Miguel Ángel
contra las paredes de la capilla Sixtina,
como las manos de Vivaldi acariciando las teclas de un piano.
Suave y atrevido  como la pluma de Bécquer.
Tócame y conviérteme en solista en esta ópera privada de pasiones
Tócame y haz mi espalda arquearse como los arcos del puente de brooklyn.
 Hazme arte. Hazme tuya.

.

jueves, 18 de septiembre de 2014

Soledad.

La soledad es
una foto en blanco y negro
el despertador
el timbre mudo del teléfono
la visita del cartero
el café solo
la cama fría
el silencio
el vacío
el invierno
el cine un lunes
el nudo en la garganta
el mar en octubre
la mesa para uno
las ojeras
la falsa complacencia
el delirio
las autocaricias
el libro de poesía
el desamor
el amor
la distancia
el llanto

la libertad falsa de no tener a nadie más que a tu peor enemiga.
Acechándote desde tus entrañas cada mañana.
Vuelas sola.

martes, 16 de septiembre de 2014

Todos los días.

Me enamora tu sonrisa traviesa,
llena de música, letras, arte.
Que a nada le digas que no.
Que compartas conmigo tu locura,
 y  desarmes y rearmes todo,
mis pensamientos, los tuyos,
tu cama, mis complejos.
Me encanta que dudes del mundo,
que no des nada por sentado
pero que te quedes conmigo
todos los días.
Me enamora que empujes tus imposibles
y que empujes los míos,
que me dejes sin aliento,
 que me dejes deseando más
que me dejes empujándote a ti contra mi.
Me enamora que me hagas cómplice de tus planes,
y que esto parezca un accidente
y no un crimen pasional
boca contra boca.
Me enamora que sepas leerme entre líneas,
que entiendas mi idioma sin necesidad de palabras.
Que te rías de mis chistes malos,
que me aguantes la mirada,
que me retes y me secuestres en tu cabeza,
que no me agotes mientras te busco
y en todas partes te encuentro.
Me enamora que te conozcas tan bien que sepas entenderte,
enterderme,
que siempre quieras más de mi.
Me gusta que te descubras,
 y que me descubras a mi.
Que sepas vivir el momento sin matar el tiempo.
Me enamora sentir que contigo me encuentro.
Que contigo soy. Y así, todos los días.

lunes, 1 de septiembre de 2014

Te miro.

Mirarte es un mordisco a la felicidad suave de tu sonrisa
te miro y me acaricia tu mirada
me miras y me arde la espalda,
 y cuando más te miro se me escurre la ropa.
Pestañeo y suspiras,
y la mirada de tu aliento me cubre la cara y me enciende la piel de gallina,
no me tocas, ni siquiera me has rozado, pero me miras.
Y yo te miro,
y siento la poesía entrarme en los pulmones
siento que me lleno de ti y te me escurres entre las manos.
No quiero retenerte,
quiero vaciarte y volver a llenarme de ti.
Quiero seguir mirándote y que me mires,
miradas cómplices del asesinato de distancias
en esta cama que se nos queda pequeña
pero se vuelve inmensa si me faltas.
Mírame. Me encanta lo que haces.
Me encanta tu magia,
la peor de las drogas y el mejor de los vicios.
Me encanta el peligro contigo y no tener miedo nunca
más que de dejar algún día de mirarte.
Y sabes que no hace falta que te lo diga,
porque me miras y me lees
los poemas que aún no he escrito.

Mi retina lleva tatuada el color de tu pupila, 
y entre la ropa, aún puede leerse cómo me miras.