Últimamente no se estar sola.
Ni tampoco acompañada.
Últimamente, simplemente,
no se estar.
En mi soledad
tiendo a lanzarme
a un mar vacío de distancias
que ahogan mis penas.
Pero saben nadar.
Y se quedan flotando.
Reflotando cada error. Cada paso mal dado.
Y luego me ahogan.
Me arrastran hasta lo más profundo de mi miserable ser y allí me matan.
Allí me matas.
Y es una bofetada cada una de tus palabras,
un puñal cada una de tus miradas,
y como cadáver,
en este entierro,
sólo quedo yo,
y un sí que nunca llega.
domingo, 30 de marzo de 2014
viernes, 14 de marzo de 2014
Pongamos que hablo de casualidad.
Pongamos que no nos conocemos,
o que sí
y que quisiéramos no haberlo hecho,
pero no nos arrepentimos.
Porque me arrancaste la cabeza del corazón,
y sólo así aprendí a enamorarme sin razón,
ni motivos,
ni barreras.
Como si no me quemaras,
como si no fueras capaz de darme calor
y así no derritieras mis barreras.
Imagínate que no me muerdes con cada palabra
y me haces pedazos
en cada discurso de sinceridad,
que no arrancas de mi
la palabra perfecta,
en el momento perfecto,
y acabas con mi resistencia.
Porque libertad es gritar tu nombre
y que nadie me oiga,
arrancando de mi boca
lo mismo que proclamas.
Pero me gusta así.
Yo no te quiero.
Porque querer no es más que un proceso bioquímico,
y lo que hay entre tú y yo va más allá que eso.
Yo sólo doy gracias
a la vida,
al destino,
a Dios,
a la casualidad,
o al error
porque te hayas cruzado en mi camino
y me dejes equivocarme contigo.
Y volvería a hacerlo.
Llámalo suerte,
física,
atracción,
gravedad,
o casualidad.
Entre tú y yo queda prohibido lo imposible.
o que sí
y que quisiéramos no haberlo hecho,
pero no nos arrepentimos.
Porque me arrancaste la cabeza del corazón,
y sólo así aprendí a enamorarme sin razón,
ni motivos,
ni barreras.
Como si no me quemaras,
como si no fueras capaz de darme calor
y así no derritieras mis barreras.
Imagínate que no me muerdes con cada palabra
y me haces pedazos
en cada discurso de sinceridad,
que no arrancas de mi
la palabra perfecta,
en el momento perfecto,
y acabas con mi resistencia.
Porque libertad es gritar tu nombre
y que nadie me oiga,
arrancando de mi boca
lo mismo que proclamas.
Pero me gusta así.
Yo no te quiero.
Porque querer no es más que un proceso bioquímico,
y lo que hay entre tú y yo va más allá que eso.
Yo sólo doy gracias
a la vida,
al destino,
a Dios,
a la casualidad,
o al error
porque te hayas cruzado en mi camino
y me dejes equivocarme contigo.
Y volvería a hacerlo.
Llámalo suerte,
física,
atracción,
gravedad,
o casualidad.
Entre tú y yo queda prohibido lo imposible.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)