viernes, 16 de mayo de 2014

La metamorfosis del amor.

Nació como nacen todas las cosas importantes.
Pequeña.
En silencio.
En una caja de zapatos de alguna niña caprichosa
que soñaba con mariposas
y quizás ya no sea tan niña.
Nació en mitad del frío del invierno
porque no era normal.
Porque no tenía miedo.
Porque lo normal es temerle al miedo,
Porque lo normal es tenerle frío a enero.
Tiñó sus alas de mil colores capaces de brillar
como lo hace una sonrisa sincera
tras una tarde de aguacero
 que cae de unos ojos asustados.
Y de repente nos encontramos cogidos de la mano.
Batió sus alas y fue un huracán que borró
de la vida todo lo triste
todo lo gris
todo lo antes y tan antiguo
que nos hacía sentirnos viejos.
Vivimos mil primaveras a su lado,
o quizás algunas menos,
pero la nostalgia es caprichosa
y siempre puede echar de menos más.
Y ahora llegamos aquí.
Y esa mariposa que nació por casualidad
en el frío de enero
se va.
Vuela lejos. Decidida.
Hacia el lugar donde habita el olvido.
Donde la lluvia no duele.
Donde los siempres y los nuncas son tan relativos
como los tú y los yo
como tus dudas y mis miedos
como tus deseos y mis recuerdos.
Ahora se va, y nos regala su descendencia.
Ahora la mariposa amor
se llama indiferencia.

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