viernes, 14 de marzo de 2014

Pongamos que hablo de casualidad.

Pongamos que no nos conocemos,
o que sí
y que quisiéramos no haberlo hecho,
pero no nos arrepentimos.
Porque me arrancaste la cabeza del corazón,
y sólo así aprendí a enamorarme sin razón,
ni motivos,
ni barreras.
Como si no me quemaras,
como si no fueras capaz de darme calor
y así no derritieras mis barreras.
Imagínate que no me muerdes con cada palabra
y me haces pedazos
en cada discurso de sinceridad,
que no arrancas de mi
la palabra perfecta,
en el momento perfecto,
y acabas con mi resistencia.
Porque libertad es gritar tu nombre
y que nadie me oiga,
arrancando de mi boca
 lo mismo que proclamas.
Pero me gusta así.
Yo no te quiero.
Porque querer no es más que un proceso bioquímico,
y lo que hay entre tú y yo va más allá que eso.
Yo sólo doy gracias
 a la vida,
al destino,
 a Dios,
a la casualidad,
 o al error
porque te hayas cruzado en mi camino
y me dejes equivocarme contigo.
Y volvería a hacerlo.
Llámalo suerte,
física,
atracción,
gravedad,
o casualidad.
Entre tú y yo queda prohibido lo imposible.

3 comentarios:

  1. Cuando lo imposible queda prohibido, ha empezado la magia :-)



    ResponderEliminar
  2. Me ha encantado! muy bueno en verdad.

    Si puedes date un salto por mi nuevo blog. Gracias
    http://sinmelodramas.blogspot.com/

    ResponderEliminar
  3. Muy bonito, sinceramente, se nota que está escrito de corazón :)

    ResponderEliminar